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UNIVERSO FAKE VS RIGOR PERIODÍSTICO: ¿QUIÉN GANA?
27/03/2021 11:34 en Opinión

UNIVERSO FAKE VS RIGOR PERIODÍSTICO: ¿QUIÉN GANA?

 Por Daniela Mena

“Las noticias falsas o trucadas no son periodismo. Tendríamos que preguntarnos qué le hemos hecho los medios informativos tradicionales al periodismo para que esas noticias falsas se acepten y difundan con tanta facilidad. Para impedir que las informaciones falsas tengan tanto poder e influencia y poner término a su propagación, creo que deberíamos hacer un examen de conciencia y preguntarnos si estamos haciendo lo que debemos, si nuestras conductas son acertadas y si practicamos un periodismo ético”.

 María Ressa (Cofundadora y Directora General Red Rappler –Filipinas)

 

Citas falsas, argumentos falsos. Así define el diccionario de la Real Academia de la Lengua a la palabra “falso”. Y es que nos hemos acostumbrado a la falsedad como actitud de vida, para conseguir ascensos, como “estrategia” al enfrentar retos, para lograr lo que creemos que no podemos si mostramos la verdad tal como es. Es enseñar una máscara que no corresponde con lo que realmente está pasando, mostrar sonrisas y apoyo a causas impresentables para avanzar social, económica o políticamente. Así se mueve mucha gente en sus círculos y está convencida de que da resultados, pues la sociedad, políticamente, lo sabe y calla.

El rumor, las noticias mal infundadas, la intromisión en la intimidad de la gente, la destrucción de la reputación personal, de las figuras públicas, se han propagado al punto de aceptarlas como parte de la cotidianidad. Se contraponen a las verdaderas columnas de esta profesión como son el contraste y la verificación con las fuentes. A través del tiempo han sido sonados los casos de celebridades como músicos, artistas, hasta miembros de ciertas casas reales europeas que han protestado en contra de estas prácticas e inclusive han entablado millonarias demandas por divulgar información no fiable. Pero esta práctica sigue y parecería que no se la puede detener.

¿Hasta dónde llegar para lograr la venta de periódicos, sintonía en medios tradicionales / digitales o los famosos “likes” o retweets” de las redes sociales como Facebook o Twitter? Los cánones periodísticos son claros: hay un rigor y una metodología establecida para procesar las noticias, y también una ética personal que al final del día es la que pone el sello en los diferentes productos periodísticos. Igualmente la Constitución del Ecuador en el artículo 66  establece en los diferentes numerales: 7. “Se reconoce y garantizará a las personas: El derecho de toda persona agraviada por informaciones sin pruebas o inexactas, emitidas por medios de comunicación social, a la correspondiente rectificación, réplica o respuesta, en forma inmediata, obligatoria y gratuita, en el mismo espacio u horario”. 18. El derecho al honor y al buen nombre. La ley protegerá la imagen y la voz de la persona. 19. El derecho a la protección de datos de carácter personal, que incluye el acceso y la decisión sobre información y datos de este carácter, así como su correspondiente protección. La recolección, archivo, procesamiento, distribución o difusión de estos datos o información requerirán la autorización del titular o el mandato de la ley. 20. El derecho a la intimidad personal y familiar.

Por el lado de las redes sociales, en 2018, Facebook anunció que empezaría a “eliminar noticias falsas específicas que podrían causar daño físico a personas.” Twitter por su parte tiene un sistema de verificación a través de reportes de los usuarios y se corre el riesgo de perder la cuenta. Aun así, se ve imposible contener toda la cantidad de información falsa que circula en estos medios.

Para ilustrar más estas experiencias, hablamos con cuatro periodistas y una abogada (perseguida por haber exigido el debido contraste de un acontecimiento protagonizado por actores políticos de ese entonces que convulsionó al país) sobre el desafío de vencer las noticias falsas en su trayectoria profesional. Esto fue lo que nos dijeron:

Néstor Aguilera: Tiene 24 años haciendo periodismo en Radio Quito, comenzó dos días antes de la caída del expresidente Abdalá Bucaram. Uno de sus maestros fue el reconocido periodista Miguel Rivadeneira, de quien aprendió las exigencias de buscar y verificar las fuentes en el ejercicio periodístico. También ha trabajado en televisión (SíTV), dio cobertura a la Asamblea Constituyente del año 2007, en los medios públicos y actualmente es el corresponsal de la organización internacional de noticias “Voz de América”.

En relación a cómo enfrentar las noticias falsas,  comenta que con el advenimiento de la tecnología, los periodistas se están olvidando de cumplir con las normas básicas que se aprenden en la Universidad. Cree que los profesionales jóvenes se están enfocando mucho en la parte mecánica del procesamiento de la noticia debido a la velocidad con la que se tiene que publicar y las coyunturas que a veces no permiten tomar todo el tiempo, pero cree imprescindible volver a la búsqueda de las fuentes, contraste y verificación de los datos como principios básicos para hacer un periodismo fiable. Recuerda que las exigencias para redactar noticias en la radio eran de por lo menos tres fuentes o sino eran “canasteadas”, lo cual en el argot periodístico significa que la nota no se emitía y era rechazada. El medio en el que ahora trabaja  aplica el rigor de la escuela periodística norteamericana y considera que corresponde a un ejercicio ético que debe ser parte de toda persona que ejerza esta profesión. Sin embargo a través del teléfono móvil mucha gente se olvida de estas cosas básicas y comparte los contenidos haciéndolos “virales” y contribuyendo a que lo falso se difunda.

Menciona que con algunos colegas están desarrollando desde agosto del año pasado un proyecto de “alfabetización” para periodistas que necesitan profundizar en estos principios periodísticos. Están involucrados colegas de seis provincias del país y desean generar conciencia de la importancia del trabajo que se desarrolla como generadores de información y opinión pública. Es un deber del periodista no compartir noticias falsas, ponerlas en evidencia a través de las cuentas personales o a través del medio en donde se trabaja. Considera que también se debería evidenciar las causas por las que la noticia es falsa, eso daría credibilidad a los medios que hablan de que aplican estas normas pero que a veces caen en el juego de la competencia por ser los primeros en dar la noticia sin verificar justamente la veracidad de los hechos.

Actualmente está haciendo un curso en la Universidad de Texas sobre la verificación de noticias y considera importante la participación de organizaciones de la sociedad civil como veedoras de transparencia de la información sin influir en la línea editorial y velando por la independencia de los contenidos. Eso significaría un gran salto en la madurez del periodismo y de la educación a la sociedad, objetivos que hoy parecen lejanos. Recomienda finalmente a la academia hacer más énfasis en la forma cómo enseñan a los nuevos profesionales para que regresen a las bases del periodismo sin descuidar desde luego las potencialidades de la tecnología pero aplicando los fundamentos que son los que van a determinar su reputación a futuro y cultivar el valor intrínseco de la ética personal como diferenciador en la trayectoria profesional.

María Alejandra Cevallos: Es abogada y vivió en carne propia una campaña de desinformación desde el gobierno del expresidente Correa. En los sucesos del 30 de septiembre del 2010, ella formó parte del grupo de personas que estuvo en un medio público exigiendo que hagan el debido contraste con las opiniones de las personas que no acogían el discurso oficial del “golpe de estado”. Esta experiencia es muy interesante pues nos pone frente al escenario en donde un gobierno es el que fabrica una verdad oficial sin verificación, sin contraste y persiguiendo a quienes tenían otra opinión que dar frente a los acontecimientos de ese momento. La entonces secretaría de comunicación pretendió posicionar a su verdad como si fuera una verdad procesal, ya influyendo en el ámbito judicial.

Cuenta con mucha entereza la absurda persecución de la que fue víctima y la total indefensión a nivel personal, pues no podía encontrar fuentes de trabajo, su hija que en ese entonces era de siete años fue objeto de acoso verbal y sicológico en su escuela, había un aparato de vigilancia permanente en su contra, etc. Además de ella, otras personas pasaron por la misma experiencia y asedio desde el poder: defensores de derechos humanos, periodistas, defensores de los derechos de la naturaleza, líderes sindicales, por este y otros temas que fueron establecidos como hechos verificados, lo cual no era verdad y el tiempo se encargó de demostrar a partir de los testimonios de ellos cómo se manipuló y se cambió a propósito sus versiones de los hechos perdiendo su derecho a la honra y a la buena reputación. La comunicación utilizada como propaganda fue el instrumento que logró unos fines perversos pues la vida, la imagen y la trayectoria de las personas fue seriamente afectada y no había ninguna institución independiente que pudiera responder por esto. Cuando el ejercicio periodístico hacía lo que le tocaba, es decir, contrastar, verificar y publicar las dos caras de la moneda, el gobierno de ese entonces arremetía con su propia legalidad diciendo que los hechos estaban alterados pues defendían una sola verdad, que era su propia teoría del caso que ya estaba debidamente asumida inclusive por las instancias judiciales como única, y en base a eso dictar su sentencia.

Como abogada, ve con pena lo que pasó con el sometimiento de la justicia a la función ejecutiva, dando a los ciudadanos un sentimiento de absoluta indefensión frente al poder de turno. Dice que una reforma a la ley de comunicación todavía no se ha hecho para poder ejercer el periodismo sin cortapisas, la única corrección que se ha hecho es volver a establecer a la información como un derecho humano y no como un servicio público, lo cual garantiza la libertad de expresión sin amenazas de perder sus frecuencias como se había establecido anteriormente.

Hace una reflexión importante sobre la prensa independiente, asevera que mientras exista, habrá un control a los gobiernos autoritarios, igualmente dentro del sector privado habrá un control a los actos de corrupción que también puedan darse. La prensa es el sexto poder (tenemos 5 poderes en el país), y puede revelar lo que pasa tanto a nivel público como privado, si actúa apegada a las bases del ejercicio periodístico con ética y valentía.

Manifiesta que desde el punto de vista legal, la libertad de expresión tiene límites, es decir no se puede decir lo que se quiera y atentar contra el buen nombre de las personas, como lo dice la Constitución. Por ejemplo la calumnia, el acusar a alguien falsamente del cometimiento de un delito, está tipificado en la ley, así como exigir el derecho a la réplica en algún medio de comunicación que difundió una información falsa. Lastimosamente las redes sociales no están reguladas por nuestra normativa aunque existen empresas de verificación de datos, y en el caso de la Unión Europea por ejemplo, se logra que se eliminen las noticias falsas que fueron publicadas. Ahora en época electoral es notoria la aparición de estas noticias para inducir el voto a favor de los candidatos y esto es contrario a la ética y a las buenas prácticas de la información. Desgraciadamente este modus operandi es aceptado y asumido como estrategia de campaña y no debería ser así.

Considera que la audiencia tiene derecho a informarse sin sesgos y con la participación de todas las fuentes y no solamente con una versión de los hechos. En relación a la vulneración de sus derechos referidos anteriormente, considera que acudirán a instancias internacionales pues hubo injerencia política en el sistema judicial y se le negó su derecho a una justicia independiente lo cual viola los estándares básicos de derechos humanos. La depuración en las cortes de justicia y su consolidación como institución independiente serán  los elementos determinantes para poder reactivar su caso. Es una valiente sobreviviente de las consecuencias de las noticias falsas emitidas desde el poder.

José Daniel Acosta: Periodista de 29 años, tiene siete años de experiencia, empezó en el 2014 en el canal de la Universidad Católica de Guayaquil y desde hace tres años vive en Quito y trabaja en TC televisión. Desde un inicio trabajó en noticias coyunturales y ha aprendido mucho acerca del ámbito político, legislativo, judicial. Ha participado en coberturas especiales como en las protestas de octubre del 2019 y las votaciones pasadas del 7 de febrero y define a la práctica periodística como un accionar en donde no hay medias tintas: se es o no se es. Manifiesta que su formación es de la escuela tradicional, pero en el camino ha ido incorporando los aportes de la “nueva generación tecnológica” sin descuidar los elementos clave que son la verificación y el contraste de las noticias para poder difundirlas y poner en conocimiento de la opinión pública. Dice que le ha ido muy bien en el manejo de la información a través de redes sociales. Es enfático en afirmar que los principios básicos del periodismo no van a cambiar, aunque difieran los canales por los que se difunda la información.

En relación a la difusión de las noticias falsas, dice que es complicado el alcance que puede tener, inclusive para las personas que ya están acostumbradas a lidiar con ellas desde su tarea periodística. Hay gente que las utiliza con un fin político, pero hay otras personas que lo hacen por ignorancia, sin saber que al difundir un rumor, una falsificación de un hecho sin contexto, contraste ni verificación, está haciendo mucho daño. Por la experiencia, el periodista ya va desarrollando un olfato, un sentido crítico que le permite darse cuenta rápidamente de una noticia falsa y actúa para frenarla, aclarando, también difundiendo en las redes sociales, pero la velocidad de la propagación es exponencial y contra eso solo se puede responder con más rigurosidad en nuestro trabajo.  Reitera que es muy importante acudir a las fuentes, preguntar, indagar hasta que no haya dudas.  Añade que detecta perfectamente cuando son las mismas fuentes las que no quieren decir la verdad, eso se da mucho en el ambiente político. Hay temas sensibles que son evadidos por los voceros de gobierno y que muestran que hay desconocimiento u ocultamiento. Hay que construir una cultura de verificación, para que de esa manera el trabajo profesional se vea respaldado. Dice que utiliza también ciertas páginas que le permiten comprobar la fecha de ciertas fotos o informaciones, si no aparecen es porque no hay certezas de su veracidad.

En cuanto a los periodistas que se alinean a un proyecto ideológico político, considera que han dejado de lado el ejercicio de su profesión para volverse relacionistas públicos. También puede pasar esto con una institución, en donde solo se exige la difusión de una verdad oficial y no se permite el contraste. Uno no tiene porqué “quemarse” defendiendo causas ajenas a la esencia misma del periodismo, que es contar lo que está pasando desde las fuentes, sin sesgos, dando cabida a varias opiniones y con la mayor imparcialidad posible. Concluye diciendo que no soportaría ejercer la profesión si le obligaran a mentir, a decir cosas que no están sucediendo. Son muy valiosas las experiencias y los conocimientos que brinda esta profesión como para dejar que eso se pierda por la falta de valores personales.

Fredy Lobato: Periodista, comunicador y politólogo, comparte sus experiencias en el ejercicio periodístico y sobre todo en la política, donde se ha visto que los rumores son fabricados por los partidos políticos, las mentiras son parte de las estrategias con el oponente, y de esta forma se ha ido validando estas prácticas que se asumen como normales. Manifiesta que anteriormente se comprobaba la veracidad de la información cuando un medio tradicional (radio o televisión) emitía la noticia, pero ahora con la participación masiva en redes sociales por parte de los ciudadanos que escriben, opinan, toman fotos, etc., la tarea se vuelve complicada a la hora de decidir qué es verdadero o qué es falso, sobre todo en campañas políticas.

Hace un recuento en la historia y dice que el fenómeno de las “fake news” (como se les llama en inglés) tiene años de vigencia. Se dieron en relación al presidente Roosevelt con el ataque de Pearl Harbor, en el asesinato de Martin Luther King o en el caso de las armas químicas en el gobierno del presidente George Bush cuando Estados Unidos invadió Irak.

Observa sin embargo que en nuestro país las redes sociales han sido determinantes para que este fenómeno se expanda porque tiene a su favor la rapidez que le permite la tecnología digital. En cuestión de segundos las falsas noticias se difunden y causan confusión en la opinión pública, sobre todo en temas relevantes y de alta sensibilidad como pueden ser conflictos bélicos, conmoción social interna, crisis políticas, etc.

Añade que en las elecciones pasadas el posicionamiento del candidato Guillermo Lasso como uno de los autores del feriado bancario (por haber sido funcionario durante corto tiempo en el gobierno de Jamil Mahuad) fue una noticia falsa que llegó a convencer a mucha gente de que esto fue verdad. Pasó tiempo para que los propios funcionarios del gobierno de Rafael Correa admitieran que no fue así.

Considera que este fenómeno es perjudicial para la democracia, pues valerse de recursos bajos y artimañas en vez de poner sobre la mesa ideas y proyectos para lograr una salida en medio de un panorama crítico como el que tenemos, deja mucho que desear en cuanto a la política y al ejercicio periodístico que en algunos casos ha tomado partido y se presta a este juego perverso. Hay ausencia de legislación para controlar este fenómeno en redes sociales.

Comenta que también hay empresas que difunden encuestas que no son verdaderas, lo cual complica aún más el escenario pues abonan el terreno de los datos falsos y propicia falsas expectativas en épocas de campaña electoral como la que estamos viviendo. Recuerda su experiencia en el Brasil, en donde cursó una maestría en ciencia política en donde se presumía que el actual presidente Jair Bolsonaro ganó la presidencia en base a informaciones falsas con “memes” (imágenes y textos fabricados) que circulaban por whatsapp, creando falsas realidades, mitos, etc. Igualmente sucedía con las encuestas ya que ahí se pueden publicar resultados hasta el mismo día de las elecciones porque no hay normativa al respecto. Los medios publicaban esas noticias e inclinaban de alguna forma la intención de voto con sus titulares que no estaban debidamente verificados.

Acota que en nuestro país en las últimas elecciones para la Alcaldía de Quito, el periodista Arturo Torres hizo una entrevista a un experto digital mexicano para campañas electorales que comentaba cómo fue contratado para tergiversar la información con el objetivo de influir en la intención de voto. Esto es altamente preocupante pues desde la óptica periodística, la noticia falsa desvirtúa el trabajo serio, lo socava y desvaloriza el tiempo que le toma a un profesional la investigación, el uso del lenguaje, el contraste, la verificación, etc. que son las herramientas clave para producir noticias, orientar a la opinión pública o difundir encuestas de intención de voto en campañas electorales. No descarta que eso se repita en vísperas de la segunda vuelta en nuestro país, lo cual polariza nuestra sociedad, afecta el juego democrático y limita la capacidad de diálogo que es necesario para gobernar. En las elecciones presidenciales recientes de primera vuelta ve que sin embargo surgieron dos candidaturas que rompieron esa polarización que es tan dañina al recibir un voto que representa justamente a todos los electores que rechazan esto.

De igual forma cree que los famosos “hashtags” o etiquetas que se usan en la red social Twitter corresponden muchas veces a una campaña sucia, por lo que no se puede creer en que responden a una información confiable. También ha visto que los medios tradicionales aplican censura previa cuando hay un tema incómodo que invisibilizan a propósito, como por ejemplo el fallido proceso de vacunación contra el Covid-19 en donde se denunció por parte de un medio digital que  personas que no formaban parte de la lista prioritaria accedieron a la vacuna, entre ellos los dueños de algunos medios tradicionales y también periodistas de larga trayectoria. Ciertamente hay un grave conflicto ético en este tema.

Para contraatacar esto, sugiere la búsqueda de cinco fuentes de verificación, no obviar lo que está pasando en redes sociales (que ya son consideradas un mecanismo paralelo de información) sino demostrar con las herramientas de la profesión que se está tergiversando los mensajes con un fin poco ético. Los líderes de opinión o “influencers” tienen una seria responsabilidad con la información que replican, y contrarrestar la mentira, que es un elemento social y políticamente aceptado pero que tiene efectos adversos en la sociedad. La credibilidad de un periodista o un medio de comunicación, sea tradicional o digital es el intangible más importante, que se puede perder si no se observan estas normas deontológicas.

Janet Domínguez:

Trabaja en comunicación desde hace veinte años, (18 años en el sector público y 2 en el sector privado) su principal experiencia se ha desarrollado como Directora de Comunicación y asesora en instituciones públicas. Su trayectoria en estas altas responsabilidades le ha permitido evidenciar también que el sensacionalismo y la competencia por estar en la preferencia de los lectores o seguidores de redes sociales hace que no se cuide debidamente el tratamiento de las noticias. 

Manifiesta que su último trabajo fue como Directora de Comunicación en el Ministerio de Salud y que debido a la coyuntura que no solo vive el país sino el mundo, la institución y ella misma fueron objeto de noticias falsas en relación a haberse beneficiado de la vacunación. Muy pocos colegas confirmaron este rumor directamente con ella; lamenta que ciertas personas con una credibilidad profesional obtenida a través de los años se hagan eco de estos rumores y los publiquen en sus medios, cuando conocen bien las prácticas de la profesión. Considera que el tiempo que los profesionales se dedican a desmentir las noticias falsas se podrían invertir en difundir el trabajo que hacen las instituciones, los proyectos a los que se están dedicando, y desde luego, mejorar ciertas cosas como la rapidez y la transparencia que no se han dado en forma oportuna, para lo cual habría que replantear los lineamientos generales que se dan a un nivel más alto, pues la comunicación estatal tiene varias aristas que hay que considerar. 

Opina que lamentablemente la mentalidad en nuestro país es dar cabida al sensacionalismo y también que faltaría hacer más investigación en ciertos temas con el aporte de la información que también les brinden las instituciones.

Destaca que a raíz de la pandemia de Covid-19, se difundieron las “curas milagrosas” para esta enfermedad, sin darse cuenta que esto ocasionó la muerte de muchas personas que se dejaron llevar justamente por el sensacionalismo, la falta de investigación adecuada y cuyas consecuencias fueron irreparables. El consentir con este tipo de actividad que no está ceñida a la ética periodística, a lo que nos enseñaron en la Universidad, causa mucho daño a personas e instituciones. 

Argumenta que contar con varias opiniones de una versión, y buscar muchas fuentes para contrastar son las cosas que distinguen un buen periodismo del escándalo que provocan las “fake news”. 

En conclusión, los desafíos para el “mejor oficio del mundo” como  llamó Gabriel García Márquez al periodismo, ahora se centran en la vorágine de noticias verdaderas y falsas que todos tenemos que enfrentar.  Todos estos testimonios de vida profesional ratifican que no hay fórmulas mágicas sino más bien volver a la práctica rigurosa ahora que hay todo tipo de información circulando libremente en el mundo digital. Las herramientas del buen periodismo fueron, son y serán la investigación, el contexto, el contraste, la búsqueda de múltiples fuentes. No hay otra forma de concebir el tratamiento de la información además de ésta. En tal virtud y como corolario a esta época agitada que vivimos a escala global, se vuelve más oportuna la frase del gran escritor y periodista que mencionamos anteriormente:

“Los periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro” Gabriel García Márquez.

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